martes, 2 de junio de 2009

El castillo de miravet (Comunidad valenciana; castellon,cabanes)




Los asentamientos humanos en los alrrededores del castillo de Miravet se remontan a la época prehistórica según revelan varios yacimientos neolíticos encontrados. La localidad de Cabanes fue fundada en época romana como una villa de recreo en la Vía Augusta con el nombre de Ildum.

Las primeras noticias históricas que se tienen del castillo datan de la época del Cid Campeador, quien lo conquistó a los moros en el año 1091. Entre 1093 y 1103 Sancho Ramírez y Pedro I de Aragón nombraron varios gobernadores con el objeto de contener la invasión de los almorávides, pero no se pudo consolidar la conquista.

Poco más de un siglo después del señorío aragonés en este territorio, Jaime I inició la conquista definitiva. En 1178 el rey Alfonso II había prometido a la catedral de Tortosa varias donaciones en este territorio una vez que hubiera sido conquistado a los moros, pero no fue hasta el reinado de Jaime I cuando se consolidó la conquista, y la plena confirmación de estas donaciones para interesar al obispo y cabildo de Tortosa en la conquista definitiva del territorio, agradeciendoles la ayuda prestada. Así pues, el 27 de abril de 1224, estando el rey en Huesca, confirmó los antiguos términos del obispado de Tortosa y las donaciones de diversos castillos, y en la misma fecha, pero un año después (27 de abril de 1225), desde Tortosa otorgó al obispo Poncio de Torrella dos nuevos documentos de donación de los castillos de Miravet, Zufera y Fadrell, cuyos términos fija, donación que vuelve a confirmar el 3 de septiembre de 1225 al mismo Don Poncio durante el infructuoso asedio de Peñíscola, para agradecerle nuevamente la ayuda que en el cerco le prestó el prelado tortosino.

Burriana se rindió en julio de 1233, y como consecuencia de ello cayeron, a finales del mismo verano, los castillos de Borriol, Cuevas de Vinromá, Villafamés y Alcalatén, por lo que se supone que en estas mismas fechas se rendirían también Miravet y Sufera.

Si atendemos a la etimología de Miravet, podemos decir que posiblemente se trataba de un monasterio de monjes guerreros musulmanes dedicados a la guerra santa. Por otro lado, Sufera parece ser el enigmático Azafúz citado en un documento de Pedro I del año 1100 y, como tal entidad quedó absorbido por el vecino y prepotente Miravet después de la conquista.

Una vez conquistados Miravet y Sufera, el valeroso prelado tortosino Poncio de Torrella (1213-1254) se dedicó a repoblar de cristianos todo el territorio, cuyo distrito estaba constituido, además de los castillos ya citados, por el castillo de Albalat, la villa de Cabanes y los lugares que fueron después Bell-lloc o Benlloch y Torreblanca. Cabanes fue poblada en 1243, Benlloch en el 1250 y Albalat y Torreblanca en fechas hasta hoy desconocidas, pero antes de 1350.

En marzo de 1245 Berenguer de Trago y Guillermo Berdún, árbitros nombrados por el obispo Poncio y el maestre del Temple, delimitaron los términos de los castillos de Xivert, Miravet y Oropesa. En 1262 se dirimieron las cuestiones que tenían el maestre de la Orden del Temple y el obispo y cabildo de Tortosa sobre la propiedad de los términos del castillo de Miravet y Sufera. En 1285 y 1333 se pronunciaron sendas sentencias sobre la fijación de límites entre los castillos de Miravet y Montornés, pedidas y aceptadas por sus respectivos señores.

En el siglo XVI era tan notoria la pujanza de la villa de Cabanes en contraste con estas poblaciones limítrofes, que Albalat y Miravet, con sus respectivos términos, se unieron a Cabanes en un acto solemne, celebrado el día 5 de Julio de 1575 ante el notario Pedro Soler, en la Casa de la Sal, partida de Albalat. Hoy en día Albalat y Miravet están en ruinas, pero su historia está muy presente en las gentes de la comarca.

En Albalat perdura la antigua iglesia-fortaleza de Santa María de la Asunción, del siglo XIV, que fue restaurada en 1981. En Miravet, situado al lado de la carretera de Oropesa a Cabanes, se puede contemplar la torre del Homenaje, sus recintos y la pequeña iglesia de San Martín y San Bartolomé que en la cima de un montículo de 286 metros de altitud pregona todavía la reciedumbre de unos hombres que junto con los de los castillos vecinos supieron dejarnos testimonio de sus hazañas en la época medieval en este territorio de transición entre el Maestrazgo y La Plana.

Su planta era de forma irregular, y constaba de diversos recintos amurallados adaptados a la abrupta orografía sobre la que se alza, que se pueden observar gratamente, aunque hay partes derruidas, tanto la torre del homenje, un iglesia, un algive y el porton final de la fortaleza estan en buen estado.

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