miércoles, 29 de noviembre de 2017

La Culla Carlista, la guerra de los 7 años en el maestrazgo castellonense


La muerte de Fernando VII marco un punto de inflexion en la historia de España, pero tambien para el maestrazgo castellonense. Su muerte trajo una cadena de conflictos armados por la sucesion al trono del reino de España, entre su hermano, el infante Carlos Maria Isidro y su hija la futura Isabel II.
La pequeña crisis familiar empezo tres años antes de su muerte, en 1830 el rey promulgo la pragmatica sancion, que eliminaba la ley salica y permitia a las mujeres acceder al trono, en este momento aun no habia nacido Isabel, pero a su hermano y sobretodo los partidarios de este, sintieron la nueva ley un ataque directo a sus pretensiones al trono, lo que trajo desavenencias dentro de la familia real, lo que con el nacimiento de la princesa se agravo.
En 1832 el probre Fernando VII, en cama enfermo y con las expectativas mas bien bajas de sobrevivir era una manioreta entre cortesanos y sus propios familiares, aprovechando esta debilidad los partidarios de su hermano consiguieron que degorara la ley que permitia heredar a su hija Isabel, pero no contaban la la reina Maria Cristina, una mujer de armas tomar que no iva a permitir que su hija no heredara el reino, y aprovechandose de su posicion como regente del reino, acerco posturas con las corrientes liberales del pais. Estos contactos y este acercamiento de posturas le valio la ayuda para que el gobierno degorara de nuevo la ley salica y por tanto Isabel volvia a ser la heredera al trono de España.
Con la muerte finalmente en 1833 de Fernando VII el mal llamado el deseado por el pueblo durante la guerra de independencia, Isabel asciende al trono de España, con su madre al frente del gobierno en calidad de regente, con el apoyo de los sectores liberales.
Pero Carlos no acepta este designio que habia querido la historia para el, llevaba la sangre por sus venas de Luis XIV de Francia, el rey sol, y por derecho el trono debia ser para el, por ello el y sus partidarios, de sectores mas conservadores se alzaron en armas en importantes zonas de la peninsula, desencadennando en un conflicto armado que en diferente etapas duraria lo restante de la centuria, con 2 reyes distinto, y dos aspitantes distintos.
Centrandonos ya en Culla, el inicio del conflicto armado estalla en 1833, lo primero que no debemos olvidar es la importancia estrategica de Culla y sobretodo su gran fortaleza. Culla era el acceso hacia Morella y la ruta directa hasta Aragon, por ello para los Carlista es una posicion envidiable para oponerse a las tropas isabelinas. Sabiendo los Isabelinos la importancia de la zona del Maestrazgo, realizan una campaña rapida satisfactoria, el comandante liberal Grases expulsa a las tropas carlista de Benasal y Culla, que las cronicas nos cuentan que se retiraron a Vistabella con 6 muertos durante la refriega,  volviendo el territorio a manos de Isabel II, Culla es perdonada, pero se les exige a sus habitantes que entregen toda la polvora y municiones al ejercito real ademas de no permitirlis tener mas licencias de armas, bajo pena de multa.
















Durante este 1833 los diferentes comandantes Isabelinos desde Morella, instan a las poblaciones del Maestrazgo que se opongan a las partidas Carlistas que aun resisten en la zona, cosa muy dificil sobre todo para las masias que abundan por todo el territorio, que se encuentran entre la espada y la pared. Por un lado son amenazado por el gobierno liberal de que si ayudan a los carlistas se les cerrara la masia y tendran que ser deportados a las poblaciones para estar bajo vigilancia, cosa que se hace durante un tiempo, y por otro las presiones por parte de los guerrilleros carlistas que se plantan en sus casas exigiendo comida y ayuda, que trasportandonos a la epoca de la posguerra poco mas de 100 años despues, estas mismas tierras sufren algo muy parecido, con los maquis y la guardia civil, por ello, la poblacion segun las circustancias ayudan a un bando u otro.
Culla sufre en sus carnes presiones de ambos bandos para que colaboren, como nos indican los archivos, desde Morella se piden inpuestos para la guerra, ropas, sabanas, camas, comida y cereales para el ejercito, y ademas formar una milicia urbana para defenderse de los posibles ataques carlistas.Gracias a los archivos que se conservan tenemos la lista y el numero de milicianos de Culla, en total fueron 30, con apellidos muy conocidos hoy en dia, por poner unos pocos ejemplos:
Miguel Belles, Vicente Beltran, Simeon Barreda, Antonio Celades, Angelo Vidal, Francisco Montoliu o Cristobal Roig formaron parte de ella para defender a la poblacion.
1835 transcurre bajo dominacion isabelina, pero los carlistas reciben refuerzos y operan con mas libertad por todo el maestrazgo, consiguiendo en 1836 conquistar varias poblaciones como Benasal, Cantavieja, Ares, Villafranca y tambien Culla, que por su importante peñon fortificado es elegido por uno de los comandantes carlistas, Miralles el serrador como hospital de campaña fortificado, para atender a los heridos, pero sobre todo a los enfermos por fiebres, que asolan al ejercito carlista, gracias a la documentacion del archivo municipal, sabemos que en 1837 hubo 28 muertes en el hospital, de als cuales solo 4 fueron por heridas de guerra, otras 4 por muerte natural, y 20 por fiebres.


Los datos tambien nos indican que el cuerpo carlista en la zona de Benasal y Culla estaba formado por unos 1000 soldados de infanteria y 200 de caballeria, alimentados y pagados por las poblaciones, volvemos a encontrarnos en la misma situacion de cuando controlaban la zona los liberales, impuestas y mas impuestos sobre las poblaciones, las que verdaderamente sufrian las consecuencias de la guerra, pagando impuestos en metalico o en material, como pan, paja o pienso que debian mandar mensualmente a Morella.
La guerra oficialmente finalizo por un pacto entre los representantes de ambos bandos, pero Cabrera desde Morella decide seguir la guerra, por ello se refuerzan las defensas de Culla esperando el ataque liberal. Los isabelinos a tener pacificada el resto de España lanzan un gran ataque contra el maestrazgo, a lo que los carlistas no pueden hacer nada, no tienen bastante hombres para enfrentarse a ellos, y caida Morella, los 150 invalidos que defendian el castillo de Culla deciden abandonarlo y marcharse con los cañones ha Vistabella, dejando la poblacion a manos de los isabelinos, que entran sin resistencia y la toman.
Pero en 1842, las autoridades ante el creciente peligro de una nueva guerra, y para que Culla no vuelva a ser un punto estrategico importante, toman la decision de dinamitar su castillo con sus murallas, hecho por el cual, y por desgracia hoy cuando miramos hacia arriba solo vemos restos de la gran fortaleza que fue Culla, lugar ya desde la epoca del Cid ambicionado por eyes, nobles y ordenes religiosas, y que hoy en dia aun guarda muchos misterios.
No olvidar la maravillosa coleccion de armas de fuego, de pedernal y chispa, que tenemos expuestas en el antiguo hospital, estas armas son de epoca carlistas, aunque muchas de ellas son de principios de siglo, de la epoca de la guerra contra Napoleon, esto lo sabemos por los modelos que tenemos, que son de fabricacion inglesa, y que vendieron al reino de España, pero tambien tenemos dos piezas fabricadas en España y pertenecientes a la unidad de granaderos del ejercito liberal, entre otras, y mas modernas como un revolver y una carabina rolling block, de la epoca de la segundo y tercera guerra carlista.

lunes, 6 de junio de 2016

El dia D

En el aniversario del desembarco de Normandia, documental para rememorarlo.



lunes, 25 de enero de 2016

Los moriscos: vida material de una minoria en el siglo XVI



El musulmán y el cristiano convivían desde hace mucho tiempo en España y se trataban de igual a igual, pero a partir de la conquista de Granada, los musulmanes que vivían en España eran los vencidos y, aunque en un primer momento tenían sus derechos legales, en la vida cotidiana la presión de los vencedores fue cada vez más fuerte, hasta poner en tela de juicio la existencia del grupo minoritario. Se les impide moverse de un territorio que no sea el asignado, les y tratan igual que a los siervos de la gleba; se les prohíbe habitar a menos de 12 kilómetros de la costa; se les vedan practicar determinados oficios y usar ciertas vestimentas, así como llevar a cabo ritos coránicos; se prohíben ciertos bailes y cánticos, poseer o leer libros islámicos, enseñar o hablar árabe. Se tapian las puertas de las casas moriscas, se borran las inscripciones arábigas incluso las de los sepulcros, se queman los libros islámicos y el Corán. Los vencedores tienen ganas de expoliar a los vencidos. Los mudéjares de la Corona de Castilla llevaban una vida sin historia, bajo la protección real en los barrios que les habían sido asignados. Estaban obligados a llevar distintivos especiales en sus vestidos. A pesar de esto, no se veía ningún indicio de conversión.
Los moriscos, obligados a lo conversión al cristianismo, no lo hacen realmente, porque siguen con sus prácticas islámicas, aunque de ellas conservan pocas y las realizaban en la clandestinidad. Todo esto significó el paso de la alteridad a la unidad.
  
Los moriscos no pertenecían a la sociedad estamental que los circundaba y no sólo por motivos ideológicos y políticos, sino porque la separaban de ella profundas diferencias orgánicas. El clero nunca fue una clase bien diferenciada dentro del Islam; tampoco podemos hablar de nobleza. No había, pues, una jerarquía reconocida, privilegios legales ni vínculos de dependencia. Casi los únicos criterios de diferenciación eran la riqueza y las profesiones. Podríamos llamarla una sociedad clasista, si el conjunto no estuviera tan degradado y oprimido, de manera que no podía haber verdadera contraposición de clases. La pequeña burguesía, que constituía su nivel más alto, estaba sometida a la mayoría cristiana vieja. Es posible que en el seno de la masa morisca hubiera tensiones y luchas de intereses, pero la oposición morisco-cristiano viejo era tan fuerte, tan fundamental, que relegaba a la sombra a cualquier otra y tendía a considerar al conjunto morisco como una unidad, a pesar de sus diferencias internas.
No se puede hablar de los moriscos como un todo homogéneo, pues había diferencias regionales y locales importantes. Los moriscos desterrados del reino granadino se dedicaron en gran proporción al comercio y al transporte. En cambio en la Corona de Aragón, sobre todo en Zaragoza y Valencia, en las que formaban masas de población, encontramos todas las profesiones necesarias a la vida social, incluso núcleos burgueses. Entre las profesiones que desempeñaban encontramos que los moriscos zaragozanos trabajaban como herreros, albañiles, ceramistas, carpinteros, vendedores de vino y aceite, cultivaban las huertas, tenían las mejores tiendas de comestibles o se dedicaban a la trajinería y llevaban mercancías de un punto a otro. Entre los oficios mecánicos nos encontramos los de calderero, alpargatero, jabonero, tejedor, sastre, soguero, espartero, ollero, zapatero, revendedores; los cristianos viejos calificaban estas profesiones y trabajos como de poco esfuerzo, lo que hacía pensar a la opinión públicos que estos eran unos holgazanes, pero realmente ellos constituían la gran base económica del país.

Los moriscos valencianos no podían trabajar fuera de los señoríos, pues estaban exprimidos y oprimidos por sus señores; debían contentarse con un nivel mínimo de subsistencia, ya que todo lo que ganaran de más sólo serviría para enriquecer al señor. También en el Reino de Valencia el morisco, además de agricultor, era guarda de las heredades contra los merodeadores y pastores, oficio adecuado para atraerse antipatías, como también se las proporcionaba el hecho frecuente de que los moriscos sin tierra o con parcelas insuficientes alquilaban sus brazos más baratos que los cristianos.
En cuanto a la distribución sectorial, había un predominio absoluto del sector primario, reducido a la agricultura pues el morisco no era pescador ni pastor; el sector secundario era básicamente artesano y el sector terciario tenía pobre representación de los estratos superiores, mientras que aparecen abundantemente representados el pequeño comercio y el transporte.
El morisco hortelano se convirtió en un tópico. Había agricultores de secano, pero el regadío era donde desplegaban todas sus facultades de paciencias, destreza y laboriosidad. El vocabulario del regadío, actualmente, es árabe y el origen de muchas plantas cultivadas es oriental, como el arroz, la naranja y la caña de azúcar. El alto nivel técnico y los altos rendimientos de la agricultura morisca no volvieron a alcanzarse antes de la revolución científica, en siglo XX, y en otras condiciones. Los moriscos tienen la necesidad de practicar un agricultura intensiva para hacer frente a las necesidades de una población densa y de una explotación económica que les obliga a sacar el máximo rendimiento al suelo.

En el siglo XVI cobró gran importancia el anhelo de alcanzar la limpieza de sangre y de oficios, sucedáneos para las clases bajas de lo que para las altas era la nobleza de sangre y del mismo modo el ansia universal de honor que fue característica de la España áurea. Toledo fue el foco principal de la limpieza de sangre; en ciudades como Sevilla y Valencia, donde había muchos esclavos y moriscos, se introdujeron restricciones contra ambas categorías en sus ordenanzas gremiales, por lo menos en las de aquellas profesiones que pretendían mantener un rango social elevado, como boticarios, plateros corredores de lonja.
En el siglo XVII estas cláusulas se generalizaron a muchos gremios y poblaciones, aunque más bien como tributo formal a una psicosis colectiva del honor basado en la limpieza de sangre. Su eficacia no sería mucha porque no se practicaban pruebas rigurosas que eran difíciles y costosas.
Dentro de la variedad profesional, había ciertas actividades preferidas, entre ellas las relacionadas con la construcción, en la que los empleados gozaban de una tolerancia que era quizás un homenaje a su maestría. La mayoría eran anónimos carpinteros, albañiles, yeseros, azulejeros, rejeros, etc.; el trabajo de los metales, de la piel, del esparto era realizado por muchos moriscos y mudéjares.
El oficio de artificiero, fabricante de fuegos artificiales, también parece que fue muy típica de moriscos, y no debe ser casualidad que en Granada, Valencia y Murcia se haya conservado esta tradición.

La progresiva degradación de la minoría morisca se manifestó también en un bajo nivel de cultura; si entre los cristianos viejos el analfabetismo era mayoritario, podemos imaginarnos el grado que alcanzaría entre los moriscos. Sin embargo, hubo una clase intelectual desenvolviéndose en las condiciones más precarias, médicos, escribanos y boticarios, es decir, elementos de una modesta burguesía intelectual. La sociedad cristiana, en vez de favorecer, contrariaba el desarrollo de esta modestísima clase media intelectual. Las ordenanzas profesionales actuaban en este sentido con más fuerza aún que en las referentes a los gremios manuales.
También los musulmanes tuvieron una antigua y gloriosa escuela médica y, aunque en un grado muy inferior, también su ciencia conquistó adeptos entre la población cristiana. La Inquisición sospechaba, por principio, que en las curaciones que efectuaban intervenía un pacto diabólico, y este fue el fundamento de numerosos procesos. De origen religioso era también el argumento de que el médico morisco no atendería ala salud del alma. Incluso atentaba contra ella practicando la circuncisión; lo cual también valía contra las parteras moriscas, cuya actuación fue por ello prohibida. Los moriscos no se formaban en las Universidades, sino a través de una formación tradicional nada despreciable, por lo tanto se les consideraba como simples curanderos, como intrusos. Normalmente, el morisco atendía a las clases pobres; las clases altas preferían al médico titulado, al cristiano viejo.
Hay una relación evidente entre los niveles socio-profesionales y la capacidad económica. Las profesiones a las que se dedicaban, los moriscos no podían tener un elevado nivel de vida medio de una minoría que tenía cerrado el acceso a las actividades más productivas, que se componían en su mayor parte de pobres sirvientes, modestos labradores y tenderos y en la que sólo algunos accedían a una auténtica burguesía.

La expulsión marcó un retroceso que luego fue recuperado; no hubo ruptura de continuidad gracias a los moriscos que permanecieron, con la interesada complicidad de los dueños, y a los cristianos viejos iniciados en este tipo de explotación. La situación económica más deprimida era la de los moriscos valencianos y aragoneses, casi todos campesinos, y además sujetos en muy alta proporción a las exacciones señoriales. Más alto nivel tenían los mudéjares castellanos y, sobre todo, los moriscos granadinos, tanto la minoría que consiguió quedarse en su lugar de origen como la masa que se desparramó por Castilla y que, en no pocos casos, consiguió sobreponerse a las duras circunstancias y conquistar cierto bienestar económico. Hay que desechar, pues, el tópico del morisco carente de los más necesario para vivir; por el contrario, poseían hornos, molinos de harina y aceite, tierras de secano y de regadío, viñas, huertas, olivares y moreras... Los simples aparceros estaban en minoría.

 En mi opinion, hemos podido ver que los moriscos estaban mas arraigados a la sociedad de lo que pensaba y formaban una parte importante de la misma.

Conferencia realizada en la universidad de Valencia por Eugenio Ciscar Pallarés.

domingo, 6 de diciembre de 2015

Carlos III, el rey arqueologo



Anteriormente a las excavaciones llevadas a cabo en Pompeya y otros yacimientos como Herculano por Carlos III, ya los austriacos habían empezado a excavar y estudiar la zona, ente 1711 y 1716 bajo el auspicio del príncipe de Elbeuf.
Pero ya con la conquista del reino de Nápoles por Felipe V, el interés del futuro Carlos III por los posibles restos romano empieza a llamarle la atención, compra la finca de porcini como lugar de recreo al príncipe de Elbeuf, y aquí es donde entra Alcubierre, un ingeniero militar que pide permiso para hacer nuevos sondeos en el terreno, ya que piensa que puede haber grandes tesoros arqueológicos, a lo cual el borbón accede.
El trabajo comienza en 1738, con solamente dos obreros, pero como hoy sabemos lo importante del yacimiento, se da un primer hallazgo importantísimo, una inscripción que Venuti descifro e indico que pertenecía a Herculano.
Las condiciones de trabajo en las excavaciones eran duras, ya que en las galerías tenían como enemigo los gases insalubres, esto paso factura a Alcubierre, que durante 4 años, desde  1741 hasta 1745 tuvo que realizar un descanso por razones de salud, y durante este periodo fue sustituido en la dirección de las excavaciones por los también ingenieros Francisco Rorro y Pedro Bardet.
Las excavaciones fueron dirigidas por ingenieros militares que elaboraron documentos de la marcha de las excavaciones y de todo lo que se encontraba en las mismas, es uno de los primeros ejemplos de recogida de datos de campo.
Estos ingenieros no tenían una formación histórica, pero su labor que era estudiar, sacar a la luz los elementos arqueológicos e informar de las características de los edificios que encontraban, la realizaron perfectamente.



Mientras seguían estas excavaciones se comenzó a excavar otros yacimientos por el reino, algo que la reciente instaurada monarquía borbónica estaba financiando, y así con hallazgos esporádicos de elementos arqueológicos y restos visibles en la superficie conducen a la localización en 1748 de un nuevo yacimiento, en un principio se pensaba que era Estaba, pero finalmente en 1763 se identifica como Pompeya.
Carlos III mientras estuvo gobernado en Nápoles, financio las excavaciones y se preocupó directamente de cómo se llevaban a cabo y de los nuevos descubrimientos, promoviendo su estudio y conservación, publicándola y creando un museo para alojarlos.
En 1750 el palacio hasta entonces conocido como Caramanico será el museo que acogerá las piezas arqueológicas, llamado Museo ercolanense de portici, y dirigido por Camilo Paderni.
Era tal la importancia de los yacimientos para el monarca, que se prohibió la salida de cualquier objeto fuera de Nápoles, todo tenía que ser catalogado y depositado en el museo, solo una caja de semillas salio y fue a parar a España., no olvidar que el monarca visitaba las excavaciones asiduamente para observar los avances.

Una vez nombrado rey de España, y aun estando fuera de Nápoles, su interés se mantuvo y estaba al tanto de todo lo que sucedía en las excavaciones.

A partir de 1780 con la muerte de Alcubierre, es sustituido por De la Vega al cargo de los yacimientos, con él se aumentó el número de obreros y empezó el método arqueológico, algo más moderno que conllevo la consolidación de los edificios descubiertos.
El monarca no solo se preocupó de estos yacimientos, sino de también de otros como el de Palenque en América, como buen rey ilustrado, le preocupaba el estudio y preservar el pasado.


Bibliografia:




jueves, 16 de abril de 2015

Tarraco Viva!

El próximo 4 de mayo volveremos a tener en Tarragona un evento indispensable para todos los amantes de la historia, hablo de Tarraco viva, una semana en la cual ademas de poder visitar la antigua ciudad imperial con todos sus monumentos, la población ofrece actividades relacionadas con el mundo romano, lucha de gladiadores, teatro entre una gran variedad de actos, os lo recomiendo a todos!


jueves, 26 de febrero de 2015

Barbarie y fanatismo

Hoy no os traigo imagenes de mi agrado, pero es necesario que las veais, hoy los terroristas del Estado Islamico han destruido obras arqueologicas del muso de Mosul, en Iraq, hoy estamos de luto ante la barbarie y el fanatismo que han destruido obras de valor incalculabe.




viernes, 17 de octubre de 2014

Recuperan la bala de la muralla, que irá al Castillo o al Museo de Burgos



El Ayuntamiento se movilizó ayer para recuperar de la falda del Castillo el proyectil de piedra que quedó al descubierto tras el incendio que devoró dos hectáreas de terreno el pasado 23 de septiembre. En principio iba a ocuparse de la extracción la Policía Local, pero finalmente fueron los bomberos -que cuentan con más medios- los que se encargaron de rescatar el ‘bolaño’, que data, según las primeras hipótesis, del siglo XV. El Consistorio actuó ayer con celeridad para recuperar la bala, ya que quería impedir que se la llevara algún amigo de lo ajeno después de leer la noticia publicada este periódico.
Una vez recuperada la bala de piedra, fue trasladada hasta los almacenes municipales del polígono de Villalonquéjar. La directora del Museo de Burgos, Marta Negro, estuvo al tanto de las tareas durante toda la mañana. Ahora el Consistorio ha de decidir dónde se expone. Según detalló la propia Negro a este periódico, existen dos opciones, la de que recalé en el museo de la calle Miranda o bien en la exposición que hay en el propio Castillo. En ambos lugares pueden verse ahora mismo proyectiles de parecidas características y misma época.
Marta Negro está de acuerdo con el experto universitario en historia militar Carlos Chamorro. Lo más probable es que fuera lanzada durante el asedio de Fernando el Católico sobre la fortaleza burgalesa en el año 1475, durante la contienda entre Isabel I y Juana la Beltraneja.
El libro El Castillo de Burgos, de Eduardo de Oliver-Copons, editado en 1897, da fe de aquella batalla y la relata en los siguientes términos: «Decidió la contienda -relata el autor- una profunda brecha abierta por las lombardas (cañones) en el muro, que cayó en gran parte arrastrando entre sus ruinas los últimos escrúpulos de aquella obstinada gente (en alusión a los partidarios de la Beltraneja)». El bando de Juana capitularía poco después tras mediar el alcalde. Numerosos ‘bolaños’ de piedra fueron arrojados por esas lombardas durante el asedio de las tropas de Fernando el Católico a la fortaleza del Castillo.
La directora del Museo de Burgos no descarta tampoco que la bala de piedra fuera lanzada por los ingleses a principios del siglo XIX. «En ocasiones utilizaban proyectiles de hierro rellenos de pólvora, pero otras veces se decantaban por las de piedra», explica. En todo caso, advierte, este tipo de proyectil se encuadra entre los denominados «medievales».
Chamorro aventura también que pudiera datar el siglo XIV. En concreto del año 1367, durante el asedio de Pedro I el Cruel al Castillo, donde en ese momento se encontraban acantonados los partidarios de Enrique de Trastámara, que había llegado a Burgos después de una derrota en Nájera. Estos hechos se produjeron durante la denominada Primera Guerra Civil de Castilla.


Fuente: http://www.diariodeburgos.es/NoticiasFicha.aspx?id=ZD9B226B5-F584-D311-E65160321348807E&v=noticia%2FZD9B226B5-F584-D311-E65160321348807E%2F20141016